EL CEREBRO ADICTO
El
problema de las adicciones no es algo
nuevo, desde mucho tiempo atrás viene dejando estragos en la sociedad. Solo que
hasta hace algunas décadas se consideraba que las personas adictas tenían un
problema moral y de falta de voluntad, hoy se reconoce como una enfermedad y se
sabe cómo tratarla.
La
adicción se define como una enfermedad crónica caracterizada por la búsqueda y
el uso compulsivo de una sustancia a pesar de saber los daños que ocasiona. La
adicción al ser una enfermedad, puede ser tratada.
Cuando
la ciencia empezó a estudiar la conducta adictiva en la década de 1930 se
pensaba que las adicciones eran cuestión de falta de moral y voluntad, por lo
que en lugar de prevenir el problema, se castigaba y etiquetaba a las personas adictas.
A
raíz de importantes descubrimientos que empezaron en la última década del siglo
pasado, se ha ido transformando nuestra comprensión de las adicciones y la
imagen del adicto. Se comprobó que las drogas modifican la química, la
estructura y el funcionamiento del cerebro, por lo que la adicción se considera
hoy una enfermedad del cerebro.
Ejemplos
de algunas sustancias nocivas: nicotina, alcohol, inhalables, cocaína.
La
adicción es una enfermedad que progresa por etapas. Durante la primera etapa
las personas utilizan sustancias para obtener la euforia que estas brindan,
pero para quienes consumen drogas de forma crónica este consume se convierte
rápidamente en enfermedad, ya que se hacen dependientes, porque el cerebro se
empieza a adaptar a la sustancia.
Signos
que sugieren adicción: Consumir la droga de manera regular, gastar en droga más
de lo que se tiene, hacer cualquier cosa para obtener la droga y sentir que no
se puede vivir sin la droga.
El
abuso de drogas altera ciertas zonas del cerebro, se modifica el ritmo
cardiaco, la respiración, el sueño, ya no se piensa, planea, no se resuelven
problemas, no se toman decisiones de manera normal. El cerebro sufre severos
daños, por lo tanto nuestro cuerpo.
La
mayoría de las drogas interfieren con la actividad de un neurotransmisor
llamado dopamina, que desempeña un papel fundamental en las sensaciones de
placer. Así, cuando falta la droga el cerebro ya no cuenta con dopamina
suficiente y la persona deja de disfrutar cosas naturalmente placenteras, lo
que conduce a la apatía y a la depresión. "Cuando el cerebro comienza a
adaptarse a altos niveles de dopamina, el individuo tiene que usar más y más
droga para obtener el mismo efecto", añade Rubén Baler. Es decir, se
desarrolla tolerancia a la droga. En el individuo que ha llegado a esta etapa,
la falta de droga provoca el llamado síndrome de abstinencia, con síntomas como
ansiedad, irritabilidad, náuseas, insomnio, episodios de sudoración, temblores
y psicosis, y puede llevar a la muerte.
Ciertas
investigaciones muestran que la tolerancia a las drogas puede generar cambios
muy profundos en las neuronas y en los circuitos cerebrales, con efectos que
pueden ser graves.
Igualmente,
el abuso de sustancias a largo plazo suele provocar condicionamiento: ciertos
factores ambientales se empiezan a asociar con la experiencia de la droga y
provocan un deseo incontrolable de consumirla.
Este
condicionamiento es tan fuerte que la adicción puede resurgir incluso tras
muchos años de abstinencia.
Los
adolescentes son los más vulnerables ante el uso de las drogas, ya que ellos se
dejan llevar por las emociones más que por el raciocinio, además que ciertas
funciones cerebrales no están completamente desarrolladas, por lo que las
drogas los pueden afectar más severamente que a un cerebro adulto.
Se
ha descubierto que los mismos mecanismos cerebrales que participan en la
adicción a las drogas aparecen en la compulsión de comer y el consecuente
desarrollo de la obesidad. De la misma forma se puede dar la adicción a los
juegos de azar o al sexo, entre otros, aunque en un principio estas conductas
no sean adictivas pueden llegar a serlo.
Otro
grupo vulnerable ante las adicciones son las personas que padecen alguna
enfermedad mental, ya que al empezar a usar algún tipo de droga la persona
pensará que esa es la solución a su problema y se hará dependiente a ellas, sin
saber que además de su problema mental ha adquirido una adicción.
Todas
las adicciones pueden tener consecuencias graves para la salud y las relaciones
humanas de la persona.
Por
lo tanto, el tratamiento debe definirse según la persona, el tipo de sustancia,
su ambiente en general, no se intenta resolver únicamente su problema de salud,
sino también considerar su familia, su lugar de trabajo. Se requiere una
terapia multidimensional que procure entrenar nuevamente un cerebro que
aprendió algo totalmente anormal. La adicción es crónica e incurable, se pueden
tener recaídas durante el tratamiento, como con cualquier enfermedad, y esto no
debe tomarse como un fracaso, sino que se tiene que repetir. Un tratamiento exitoso
no debe medirse sólo por la abstinencia, sino por la disminución de las
recaídas, así como de su gravedad y duración.
Pero
para no llegar a necesitar tratamiento Rubén Baler propone la prevención
universal: "Evitar todo lo que sabemos que es dañino y tratar de promover
y enaltecer lo que sabemos que es positivo".
Casi
todos de alguna manera u otra hemos conocido o tratado a alguna persona con
algún problema de adicción, ya sea en nuestra familia, en nuestro grupo de
amigos, en el trabajo, etc. en los cuales el objeto de la adicción puede variar
pero la conducta es similar. Debemos estar conscientes que la adicción es una
enfermedad que no solo afecta a la persona adicta sino a las personas que se
relacionan con ella. Que hay tratamiento para las adicciones, pero se necesita
mucho del apoyo familiar y de la sociedad. Aunque lo ideal es que formáramos
una cultura de la prevención y así evitar que las adicciones sigan afectando a
más personas, principalmente a los adolescentes, quienes son el grupo más
vulnerable.
Cuando
hablamos de adicciones rápidamente se viene a la mente una persona alcohólica,
fumadora, drogadicta, que inhala sustancias tóxicas. Sin embargo hay que tener
en cuenta que todo lo que nos provoque dependencia es una adicción, como la
adicción a la comida, al sexo, al café, al refresco de cola que muchísima gente
toma no una sino varias veces al día, y no solo en la comida, inclusive hay
personas que en cada oportunidad que tienen adquieren un refresco con esas
características, lo cual desencadena enfermedades como la obesidad y la
diabetes, por el exceso de glucosa en sangre, además de la descalcificación de
huesos por la ingesta de tanta cafeína y otros ingredientes que contienen estas
bebidas y que ni siquiera conocemos a ciencia cierta, por mencionar algunos
ejemplos de adicciones que muchas de las veces no relacionamos como tal.
Recuperarse
de las adicciones es un desafío de toda la vida. Pero si estamos ahí para
apoyar a familiares o amigos, será más sencillo de enfrentarlas. Saber que
alguien cree en él o ella le ayudará y motivará para superar el oscuro mundo de
las adicciones.
Elegí
hablar del presente tema porque creo que es una problemática que se da mucho en
nuestros días, y más entre la población joven, además es bueno estar
actualizada respecto al tema y así estar más consciente de la enfermedad y poder
prevenir a las personas que nos rodean. El escrito está basado en la nota “El
cerebro adicto” de Verónica Guerrero Mothelet, periodista y divulgadora de la
ciencia, colabora en ¿Cómo ves? y otras áreas de la Dirección General
de Divulgación de la Ciencia, y como corresponsal ocasional para la
revista Nature Biotechnology, e incluí algunas aportaciones propias.
Imagen:
http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/177/el-cerebro-adicto
Obtenida
el 11 de Junio de 2015.